miércoles, 22 de junio de 2011

Dos simples pruebas de que Mahoma fue un falso profeta

Lo que deben saber los cristianos acerca del Corán

"Pero el profeta que se atreva a hablar en mi nombre y diga algo que yo no le haya mandado decir, morirá"- dice el Señor (Deuteronomio 18, 20).
"Yo he inventado cosas en contra de Dios y le he achacado a Él palabras que no ha hablado" Mahoma (Al-Tabari 6, 111).
Mahoma pregonaba que tanto las escrituras judías como las cristianas habían predicho su venida (v.g, Qur'an 7, 157). Esto ha llevado a los apologistas musulmanes a escudriñar el Antiguo y el Nuevo Testamento en busca de pasajes que se refieran a su profeta.
Mientras que toda la evidencia bíblica ofrecida por los musulmanes en apoyo de su profeta parece terriblemente tensa a los no musulmanes y ha sido ampliamente refutada una y otra vez, sigue siendo común oír decir a los musulmanes que la Biblia habla acerca de Mahoma.
La "profecía" más popular acerca de Mahoma se encuentra en Deuteronomio 18, según los musulmanes. Es bastante irónico, entonces, el saber que, según Deuteronomio 18, Mahoma no puede ser un posible profeta. Como veremos, esto pone a los musulmanes en una posición incómoda y ayuda a mostrar los extremos a quienes se esfuerzan por defender a su profeta.
El propósito de este artículo es demostrar, sobre la base de las opiniones de los musulmanes incluyendo su fundamento en Deuteronomio 18, que Mahoma era un falso profeta. Voy a comenzar por presentar dos argumentos en contra de la profecía de Mahoma y continuaré defendiendo cuidadosamente dichos argumentos. Una vez que haya demostrado que los argumentos son sólidos, me referiré brevemente a discutir las opciones disponibles para los musulmanes quienes quieren rechazar la conclusión obvia.

    1. LAS DEDUCCIONES DE DEUTERONOMIO

Hay dos elementos a tomar en cuenta cuando se examinan los argumentos deductivos: la lógica válida y las premisas verdaderas. Decir que un argumento deductivo es válido es decir que, debido a la formulación lógica, las verdaderas premisas siempre llevarán a la verdadera conclusión. La forma más básica de argumento es el silogismo, y la forma de validez más básica del silogismo es el Modus Ponens. La forma lógica de los argumentos que siguen es el Modus Ponens, por lo tanto todas ellas son lógicamente válidas:

Argumento A—falsos dioses y falsos profetas

  • A1. Si una persona habla en nombre de falsos dioses, esa persona es un falso profeta.
  • A2. Mahoma habló en nombre de falsos dioses.
  • A3. Por lo tanto, Mahoma fue un falso profeta.

Argumento B—falsas revelaciones y falsos profetas
  • B1. Si una persona entrega una revelación que no viene de Dios, esa persona es un falso profeta.
  • B2. Mahoma entregó una revelación que no vino de Dios.
  • B3. Por lo tanto, Mahoma fue un falso profeta.

Ya que la lógica de ambos argumentos es válida, las verdaderas premisas siempre llevarán a una verdadera conclusión. De hecho, si las premisas de estos argumentos son verdaderas, Mahoma fue un falso profeta. Pero volvamos a examinar de forma cuidadosa nuestras premisas.

  1. DEFENSA DE LAS PREMISAS A1 Y B1

A1 y B1 parecen ser muy intuitivamente obvias. Es decir, parece estar claro que si una persona habla en nombre de falsos dioses o entrega revelaciones que no vienen de Dios, esa persona no puede ser un verdadero profeta. Sin embargo, apelando a la Biblia para fortalecer su fe en Mahoma, los musulmanes dan por sentado, sin darse cuenta, que A1 y B1 son verdaderas.
Deuteronomio 18 sirve como fundamento del "argumento de profecía bíblica" del Islam usado por generaciones de musulmanes para probar que Mahoma fue un verdadero profeta. De hecho la Breve Guía Ilustrada para Comprender el Islam usa a Deuteronomio 18 como su evidencia primaria de que la Biblia habla de Mahoma. Su autor, I. A. Ibrahim, dice: "Las profecías bíblicas sobre la venida del Profeta Mahoma son evidencias de la verdad del Islam para las personas que creen en la Biblia".
En Deuteronomio 18, Moisés declara que Dios le dijo: "Por eso levantaré entre sus hermanos un profeta como tú; pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande. Si alguien no presta oído a las palabras que el profeta proclame en mi nombre, yo mismo le pediré cuentas" (Deut. 18, 18-19).
El libro del señor Ibrahim continúa con la afirmación de que Mahoma cumplió esta profecía de varias formas. Aunque estas afirmaciones han sido refutadas hasta la saciedad, simplemente diré que los musulmanes dan por sentado que la cita bíblica de Deuteronomio 18, 18-19 es una profecía milagrosa inspirada por Dios. Seguramente entonces no podemos ignorar el versículo siguiente donde Dios dice: "Pero el profeta que se atreva a hablar en mi nombre y diga algo que yo no le haya mandado decir, morirá" (Deuteronomio 18, 20).
Aquí tenemos dos criterios para detectar un falso profeta:
  • 1.- La entrega de una revelación que Dios no ha "mandado hablar", y
  • 2.- Hablar "en nombre de otros dioses"
Puesto que los musulmanes que apelan a la llamada "profecía bíblica" de Mahoma le han dado a este pasaje su sello de aprobación, no pueden negar la verdad de A1 y B1. Resumiendo, los musulmanes han apelado al pasaje de Deuteronomio 18 el cual supone las premisas A1 y B1. Por lo tanto, según las demandas de los musulmanes, la primera premisa de cada una de las deducciones del Deuteronomio es cierta.

  1. DEFENSA DE LAS PREMISAS A2 Y B2

Hemos visto que, según un pasaje considerado por muchos musulmanes como revelación divina, una persona que lo mismo pronuncie un mensaje que no viene de Dios o hable en nombre de los falsos dioses, debe ser un falso profeta. Pero esto significa que Mahoma fue un falso profeta, ya que hizo ambas cosas cuando pronunció los infames "Versos Satánicos".
Conocemos sobre los Versos Satánicos, no por las fuentes cristianas o judías, sino por los antiguos escritos islámicos. Encontramos algunas cuentas de los Versos Satánicos en las primeras fuentes como Ibn Ishaq, Wakidi, Ibn Sa', Al-Tabari, Ibn Abi Hatim, Ibn al-Mundhir, Ibn Mardauyah, Musa ibn 'Uqba y Abu Ma'shar.
Según el gran erudito musulmán Ibn Hajar, tres relaciones de trasmisión (isnad) en estas cuentas "satisfacen la condiciones necesarias para un informe auténtico". Además, Sahih al-Bukhari, la fuente más confiable del Islam sobre la vida de Mahoma, da una confirmación de forma indirecta sobre el suceso (Número 4862). Más allá de esto, fueron revelados ciertos versos del Corán (17, 73-5 y 22, 52-3) en respuesta a la caída vergonzosa de Mahoma en el politeísmo.
Por tanto, tenemos evidencias históricas convincentes de que el relato es auténtico (para una discusión detallada de la evidencia de los Versos Satánicos, consulte Mahoma y los Versos Satánicos). De hecho, el método histórico prácticamente garantiza la legitimidad del relato. Los historiadores, examinando la vida de líderes y figuras religiosas, emplean lo que se conoce como el "Principio de la Vergüenza", un principio que también lleva mucho peso en las investigaciones legales. La profesora de leyes, Annette Gordon-Reed, resume el principio de la siguiente manera: "Se considera que las declaraciones en contra del interés tienen un alto grado de credibilidad a causa de la presunción de que la gente no inventa mentiras con el fin de hacerse daño sino que mienten para ayudarse a sí mismos". Aplicando el Principio de la Vergüenza, a las cuentas de los Versos Satánicos, vemos inmediatamente que los musulmanes no se han inventado esta historia ya que no pondrían en tela de juicio la confianza en Mahoma. También vemos que la historia no podría haber sido inventada por los no musulmanes porque, si estos la hubieran inventado, los musulmanes habrían expuesto el origen de la historia en lugar de defenderla desde sus inicios.
Es demasiado difícil ignorar la evidencia de la fiabilidad general en las cuentas musulmanas con relación a los Versos Satánicos. Con esto en mente, vamos a considerar un breve recuento de lo sucedido, sobre la base de la Historia de Al-Tabari.
Según Al-Tabari, cuando el mensajero de Dios vio cómo su tribu le dio la espalda a él y se entristeció al verla rechazar el mensaje que él le había traído de parte de Dios, deseó en su alma que algo viniera por parte de Dios para que lo reconciliara con su tribu. En su amor por su tribu y su afán por su bienestar, le hubiera alegrado si algunas de las dificultades que ellos le crearon hubiesen sido menos duras. Se debatió dentro de sí mismo y fervientemente deseó tal cosa, que entonces Dios le reveló: "Por la estrella cuando se pone, tu compañero no cometió ningún error, ni quedó engañado, ni habló de (su propio) deseo...Y cuando llegó a las palabras: ¿Has pensado en Al-Lat y Al-Uzza y en Manat, la tercera, la otra? Satanás puso en su lengua, a causa de sus debates internos y lo que quiso traer a su pueblo, las palabras: Estas son las grullas de alto vuelo, en verdad su intercesión es aceptada con aprobación (Al-Tabari, párrafo 108).
Los politeístas se alegraron de que al fin Mahoma hubiera aprobado a sus dioses. Para devolver la amabilidad, ellos "se postraron a causa de la referencia a sus dioses que habían escuchado, y no hubo nadie en la mezquita, creyente o no creyente, que no se postró" (párrafo 109).
Las relaciones amistosas de Mahoma con los politeístas fueron cortas porque pronto se dio cuenta de que sus versos alabando a los ídolos paganos no venían de parte de Dios sino de Satanás. Entristecido, al reconocer su traición contra Allah, Mahoma se lamentó: "He inventado cosas en contra de Dios y le he achacado a Él palabras que no ha hablado" (párrafo 111). Entonces "Gabriel" consoló a Mahoma diciéndole que todos los profetas caen en las trampas de Satanás de vez en cuando. Esta afirmación asombrosa e increíble incluso halló su lugar en el Corán: "Y Nosotros no enviamos delante de tí apóstol o profeta alguno, pero cuando él deseó, el Demonio hizo una sugerencia respecto a su deseo, pero Allah anula lo que arroja el Demonio...entonces Allah establece sus comunicaciones; Allah es omnisciente, sabio" (Surah 22, 52).
De acuerdo al anterior verso, Allah permite que su profeta reciba revelaciones de parte de Satanás para poner a prueba a los de duro corazón.
Aunque pensemos cualquier cosa sobre la absurda explicación en el Corán de los Versos Satánicos (y su defensa por parte de Mahoma), nos queda claro que el profeta del Islam, al menos en una ocasión, pronunció un mensaje que no provenía de parte de Dios.
También es evidente que Mahoma, al menos en una ocasión, habló en nombre de los falsos dioses. Por tanto, a partir de las fuentes musulmanas, podemos establecer que A2 y B2 son realmente verdaderas.

  1. POSIBLES RESPUESTAS

Ya que tenemos buenas razones para aceptar las premisas A1, A2, B1 y B2, tenemos también otras buenas razones para aceptar las conclusiones A3 y B3, que nos dicen que Mahoma fue un falso profeta. Sin embargo, los musulmanes no querrán aceptar esta conclusión. Analicemos brevemente sus propuestas para rechazarlo.
Los musulmanes, desde luego, podrían decir que el versículo de Deuteronomio 18, 20 es una falsa enseñanza, realmente no revelada por Dios. Pero si se van por ese camino, sería absurdo que ellos se volteasen y declarasen que los versículos 18 y 19 de ese mismo capitulo de Deuteronomio sea una profecía inspirada.
Mientras es increíblemente usual para los musulmanes escoger cuáles pasajes en la Biblia son correctos (todo lo que esté de acuerdo con el Islam es correcto, pero todo lo que vaya en contra del Islam ha sido dañado por los malvados judíos y cristianos), nadie se convencerá de que un versículo en Deuteronomio 18 pruebe la capacidad de profetizar de Mahoma, al igual que otro versículo en el mismo pasaje esté dañado porque pruebe que él fue un falso profeta.
Así que los musulmanes que quieren negar a A1 y B1, deben abandonar la idea de que Deuteronomio 18 predice la venida de Mahoma. El problema con este enfoque es que la profecía de un mensajero que viene al igual que Moisés, es uno de los últimos versículos restantes que los musulmanes -a pesar de la evidencia- se aferran en sus esperanzas de reivindicar a Mahoma. Pero si la Biblia no contiene claras profecías sobre Mahoma, entonces Mahoma fue un falso profeta ya que según él dijo (¡en el Corán nada menos!) que las escrituras judías y cristianas contenían profecías sobre su venida.
Esto significa que los musulmanes se hallan entre los cuernos de un dilema. Si se aferran a Deuteronomio 18, entonces Mahoma fue un falso profeta. Si lo abandonan, entonces están a punto de no tener profecía bíblica alguna acerca de Mahoma, lo que implicaría que entonces fue un falso profeta.
Aquellos musulmanes que abandonan su profecía más preciada todavía no se encontrarían fuera del agua, porque si abandonan el pasaje de Deut. 18 y lo declaran como totalmente dañado, entonces rechazarían a A1 y B1 ya que como dije antes, estas premisas son intuitivamente obvias. Los musulmanes que quieren negar a A1 y B1 deben, por tanto, mostrar que dichas premisas son falsas con el argumento de que los genuinos profetas pueden, de hecho, ofrecer revelaciones falsas y hablar en nombre de los falsos dioses. Me gustaría ver a los musulmanes intentar defender esa postura insostenible.
Parece entonces que los musulmanes que quieren continuar creyendo en Mahoma deben negar no las premisas A1 y B1 sino a A2 y B2. Pero esto significa que deberán rechazar la abrumadora evidencia histórica del apoyo temporal de Mahoma al paganismo. Los musulmanes que toman este enfoque deben hacer siete cosas. Primero, deberán proporcionar una explicación razonable como el origen del relato (ellos deben presentar un caso plausible de que la historia fue inventada por los paganos, los judíos o los cristianos). En segundo lugar, ellos deberán explicar por qué los musulmanes, quienes tuvieron todas sus razones para rechazar tal historia, la pasaron de generación en generación como si fuera verdadera (en vez de exponerla como un invento). En tercer lugar, deben mostrar que Ibn Ishaq, Wakidi, Ibn Sa'd, Al-Tabari, Ibn Abi Hatim, Ibn al-Mundhir, Ibn Mardauyah, Musa ibn 'Uqba y Abu Ma'shar fueron historiadores descuidados (tan increíblemente descuidados que incluyeron historias falsas sobre Mahoma y pusieron en cuestionamiento su capacidad de profetizar). En cuarto lugar, deben tener en cuenta las diversas relaciones de autoridad a la que los primeros biógrafos musulmanes apelaron en sus esfuerzos por demostrar la autenticidad de la historia. En quinto lugar, deben explicar por qué Al-Bukhari, la autoridad más confiable del Islam, confirma ciertos detalles de la historia que solo tiene sentido si Mahoma realmente pronunció los Versos Satánicos.
Según Bukhari, el profeta realizó una postración cuando terminó de recitar Surat an-Najm (Surah 53), y todos los musulmanes y Al-Mushrikun (los politeístas, los paganos, los idólatras, y los no creyentes en la Unicidad de Allah y en su profeta Mahoma) y los genios y los seres humanos se postraron junto con él. (4862).
Aunque Bukhari comprensiblemente omite la embarazosa razón para la postración de los paganos, sin darse cuenta confirma el relato de Ibn Ishaq y los demás, quienes fielmente informaron que los paganos se postraron porque Mahoma habló favorablemente de sus dioses.
En sexto lugar, los musulmanes deben dar cuenta de la Surah 22, 52 que, una vez más, declara que todos los profetas de Dios recibieron revelaciones de parte de Satanás, un verso tan absurdo que solamente pudo haber sido ofrecido a la comunidad musulmana como una explicación absurda para algo similar como los Versos Satánicos.
En séptimo lugar, debieran mostrarle a los no musulmanes por qué debemos rechazar todas las pruebas disponibles y creer que Mahoma fuera espiritualmente confiable cuando, todos los musulmanes informados admitirán que Mahoma fue víctima de la magia negra (un hechizo de un mago judío) y, en un momento dado, estaba convencido de que estaba poseído por el demonio. Dicho de otra manera, si el profeta del Islam pudo erróneamente creer que estaba poseído por un demonio y era susceptible a los ataques espirituales (tales como la magia negra), ¿por qué no deberíamos creer entonces que él pudo ser presa de las revelaciones de Satanás? (Para más información sobre las dificultades espirituales de Mahoma, vean "¿Un Profeta Hechizado?")
Durante mis años de estudiante de Teología en Grecia, tuve amistades musulmanas que eran bastante versadas en su religión. Si bien, en nuestras conversaciones, fui testigo de sus intentos de explicar las evidencias históricas de los Versos Satánicos, nunca he visto nada remotamente parecido a una refutación convincente de las pruebas. Por ejemplo, en mi debate sobre la capacidad de profetizar de Mahoma, uno de ellos trató de responder a la confirmación indirecta de Al-Bukhari sobre los Versos Satánicos apelando al milagroso poder del Corán. Según mi amigo, la razón por la que los paganos se postraron en honor a la Surah 53 (que en su forma actual ridiculiza al politeísmo) fue que ellos quedaron sobrecogidos por su majestuosidad. Con toda seguridad, esa respuesta se basó más en la fantasía que en la realidad. Los musulmanes han estado recitando el Corán por más de mil años, y los no creyentes no quedan tan impresionados por la poesía de Mahoma. De hecho Mahoma ganó considerablemente unos pocos conversos cuando dijo que el Corán era prueba de su divina comisión. Solamente llegó a ver un gran número de conversos cuando acudió a otro método (más sanguinario) de conversión. Por lo tanto, para los musulmanes, como mi amigo, el decir que los paganos unánimemente se postraron, al recitar Mahoma la Surah 53, es como estar al borde de la locura. La única razón concebible por la que los paganos se postraron honrando la Surah 53 es que la Surah apoyó en sus inicios al paganismo y eso es lo que dicen nuestros primeros archivos históricos.
Considerándolo todo, la única conclusión razonable a la que podemos llegar por parte de la prueba histórica es que Mahoma, en un momento de debilidad, cedió a la tentación y promovió activamente el politeísmo mediante la entrega de una revelación de Satanás. Pero esto significa que no podemos rechazar las premisas A2 y B2 de forma consciente. Los musulmanes no tienen una buena respuesta a las Deducciones del Deuteronomio y a nosotros nos queda la inevitable conclusión de que Mahoma fue un falso profeta.

  1. EVALUACIÓN FINAL

Para concluir, me gustaría enfatizar nuevamente que todo mi argumento (en dos deducciones) se ha basado en los escritos y las reivindicaciones de los musulmanes. Los antiguos historiadores musulmanes, en una impresionante muestra de honestidad e integridad, admitieron que su profeta había entregado los Versos Satánicos a sus oyentes. Al reconocer esto, ellos proporcionaron toda la prueba que necesitamos para las premisas A2 y B2. Los musulmanes modernos, en un esfuerzo por defender la demanda de apoyo bíblico sobre Mahoma para su ministerio, han dicho que el pasaje en Deut. 18 fue inspirado por Dios y, al hacerlo, nos han dado toda la prueba que necesitamos para las premisas A1 y B1. Ya que ambas Deducciones del Deuteronomio son lógicamente válidas, tenemos dos pruebas basadas completamente en las demandas de los musulmanes, de que Mahoma fue un falso profeta. Al quedar de hecho enunciadas, cualquiera que busque honestamente una respuesta a la cuestión que hemos tratado, terminará por admitirlo: Mahoma fue un falso profeta. Debiera usarse como un ejercicio de esclarecimiento el presentarle estos argumentos a los musulmanes. Si un musulmán los examina cuidadosamente, inspeccionando las premisas y pesando las pruebas y luego rechaza la conclusión sin refutar el argumento, solamente podemos pensar que esa persona está menos interesada en la verdad y más interesada en la comodidad que le proporciona aceptar ciegamente la fe en la cual creció y fue educado.
Aunque mi experiencia me lleva a creer que la mayoría de los musulmanes son de este tipo de personas, también mi experiencia me ha mostrado que hay musulmanes en el mundo que están dedicados de forma activa a aprender la verdad acerca de Dios.
La primera verdad que tales musulmanes deben aprender es que su "profeta" Mahoma no fue tal profeta. La segunda, es que su "profeta" Jesús es mucho más que un simple profeta.

martes, 21 de junio de 2011

En medio de nuestras luchas diarias


Aférrese a Dios. No importa qué suceda, o qué tan desalentadora pueda ser su situación, nunca deje de asirse al Señor. Él es fiel y le ayudará con toda seguridad. Siga confiando en Él, a pesar de cómo luzcan sus circunstancias.
Escribo esto hoy porque todos hemos estado en valles de dificultades en un momento u otro en la vida. Cada uno de nosotros ha llorado por sus luchas y dificultades de las que pensamos que no íbamos a sobrevivir. Pasamos la noche en vela, preguntándonos: "Señor, ¿qué voy a hacer?". No estamos seguros de cómo vamos a enfrentar las decisiones y las consecuencias que vendrán después. El dolor y el vacío nos abruman.
Imagino que así fue como se sintió James Cash Penney cuando perdió 40 millones de dólares en la caída de la bolsa en 1929. Se enfermó gravemente por la tensión de sus circunstancias. Siete millones de dólares en deudas, y falsas acusaciones de evasión fiscal que le fueron hechas, lo agotaron emocional y físicamente. Penney escribió: "Estaba convencido de que nunca volvería a ver otro amanecer. Escribí cartas de despedida a mi familia, y luego esperé el final...era un fracasado a la edad de 56 años".
Aunque Penney sintió que no tenía futuro, Dios tenía otros planes. En el sanatorio donde estaba siendo tratado por su enfermedad, escuchó hablar sobre Jesús y decidió confiar en él. No solo sobrevivió, sino que también vivió más de noventa años y construyó un imperio financiero por medio de las tiendas JCPenney.
Tal vez usted esté experimentando terribles dificultades hoy, o vea problemas inquietantes en el horizonte. Quizás carezca de sentido de dirección o de un propósito real para su vida. Hasta es posible que se esté preguntando si debe renunciar a sus sueños y a sus metas, porque no da la talla y nunca merecerá las cosas buenas que desea.
En momentos así, pueda que se sienta tentado a buscar refugio en el dinero, las propiedades, la comida o las actividades. Tal vez se ha involucrado más intensamente en el ministerio tratando de ocultar su dolor, pero ha resultado más herido mientras eso sucede. Puede ser que, incluso, haya intentado aislarse del mundo, apartándose de todos. No lo haga. Estas cosas prometen consolar su alma herida, pero a la larga le causarán más dolor.
En vez de eso, aférrese al único que realmente puede ayudarle a tener la victoria sobre sus dificultades: Jesucristo. El santo apóstol Pedro escribió en su epístola: "...echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros..." (1 Ped. 5, 7). Pero, ¿cómo hacerlo?. A continuación le brindo algunos principios que le ayudarán en sus momentos de mayor dificultad.

  1. Siempre que sienta la tentación de pensar en sus circunstancias y surja en usted ese sentimiento de desesperación, entienda que es una indicación importante de que debe estar en oración. Las emociones que usted está experimentando son una señal de advertencia a su espíritu, revelándole la absoluta necesidad que tiene del Padre celestial. Él le está llamando, invitándole a tener una relación con Él. Vaya al Señor con un corazón abierto, y pídale que le enseñe.
  2. Conságrese a Dios y a todo lo que Él haya dispuesto para su futuro. ¿Sabía usted que uno de los más grandes depósitos de oro excavados en los Estados Unidos fue descubierto a solamente dos pulgadas por debajo del punto donde un minero anterior se había dado por vencido?. Hay muchas bendiciones maravillosas que usted perderá si tira ahora la toalla. No pierda, por su desánimo, las buenas cosas que el Padre tiene para usted. Dedíquese al Señor, y Él le fortalecerá para seguir adelante.
  3. Reclame las promesas de Dios de amarnos siempre y de nunca desampararnos. Muchas veces, cuando experimentamos pérdidas, rechazo, o fracasamos en algo importante, atribuimos nuestros sentimientos de dolor a nuestro sentido de valor. Comenzamos a creer que no merecemos aceptación ni nada bueno. Pero el Padre celestial promete amarnos incondicionalmente, y nuestra tarea es simplemente aceptar su amor infinito. "El Señor va delante de tí, él estará contigo, no te dejará ni te desamparará...no temas ni te intimides" (Deuteronomio 31, 8).
  4. Aférrese a Dios con todo su corazón, con toda su mente, con toda su alma y con todas sus fuerzas, no importa lo que pase, sabiendo que al final Él le dará lo que sea absolutamente mejor para usted. Comprender este principio le ayudará a salir adelante en los tiempos más difíciles de su vida, porque si usted acude al Señor en busca de su ayuda, Él confortará su alma herida y llenará su vacío con esperanza.

No importa lo que suceda en la vida, no se aparte de Jesús. Responda a sus sentimientos de desánimo con oración. Conságrese a confiar en el plan de Dios a pesar de las circunstancias. Reclame sus promesas fieles y aférrese a su amorosa presencia. Él puede ayudarlo, y lo hará, para que usted salga adelante. Por tanto, sujétese al Señor. Él conoce la senda que le conducirá a la victoria en su situación, y simplemente está esperando que usted confíe en que Él le guiará por el camino.
Dios responderá sus oraciones y alentará su corazón. Que el Señor continúe bendiciéndole por buscarle cada día.

“Cómo aprender a orar sin cesar”


La ruidosa estación del metro me despertó apenas el tren hizo su entrada a la cosmopolita urbe de París en una de mis estancias en la ciudad Luz, como se le conoce, durante el tiempo en que estuve en Europa. Me levanté sosteniendo un mapa, mientras cientos de pasajeros salían de los vagones del tren. Gente y más gente -multitud de personas quién sabe de dónde- corría a nuestro alrededor.
Así es como se ve una estación de metro en París en la mañana. Pero es también una ilustración de mi mente en un momento cualquiera del día. ¿Le pasa a usted lo mismo?. Imagino que mi mente es una estación de trenes, y que estoy de pie sobre sus frías baldosas. Pero, en vez de personas, es un torrente de pensamientos lo que me bombardea. Algunos son recuerdos familiares y agradables. Otros, aunque también familiares, son extraños y perturbadores, y me han inquietado desde hace años. De algunos estoy consciente todo el tiempo, mientras que otros permanecen distantes en las sombras o se presentan muy de cerca, como vendedores ambulantes pregonando sus mercancías.
¿Dónde está Jesús en todo esto? Es difícil escucharlo por el ruido de tantas preguntas, recuerdos y emociones. Busco su rostro en la multitud, pero éste me elude. Todos estos pensamientos, voluntarios e involuntarios, me dificultan hacer lo único que tengo que hacer: orar sin cesar, como dijo el apóstol San Pablo.
A estas alturas es probable que usted esté escuchando la vocecita en su cerebro diciendo: ¿Orar sin cesar? Es imposible -qué aburrido, tedioso e innecesario. La voz le sigue diciendo que Pablo debió haber estado exagerando. Sin duda, que no puede esperarse que uno esté orando todo el tiempo. Pero no crea a nada de esto.
El apóstol nos dio estas palabras no sólo como una exhortación, sino también como una orden pastoral. “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” escribió a los tesalonicenses (1 Tes. 5, 16-18). Y a los efesios les dijo: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu” (Efesios 6, 18). Como personas consecuentes con la enseñanza de las Escrituras y la Santa Tradición, tenemos que creer lo que Pablo pensaba sobre la oración incesante.

¿Qué es la oración?
En el siglo IV, el célebre teólogo y predicador San Juan Crisóstomo dijo: “La oración es la luz del alma que nos da el verdadero conocimiento de Dios.”
El conocimiento del que hablaba no es el que se aprende en los libros, sino el que se produce por un verdadero encuentro con el Cristo vivo.
La oración es, fundamentalmente, comunión con Dios. Sí, venimos a Él con nuestras necesidades y carencias, como exhortan las Sagradas Escrituras. Sí, la oración consiste en conversar con el Señor, hablando y escuchando. Pero ni nuestra conversación ni nuestras peticiones son realmente el todo de la oración: ellas son el medio, no el fin. Lo que buscamos, más bien, es una unión cada vez más profunda con el Salvador que hace posible cada una de estas partes. Lo que anhelamos es a Dios mismo.
No debéis pensar en la oración como una cuestión de palabras”, dijo San Juan Crisóstomo. Y también nos dice: “Cualquiera que reciba del Señor el don de este tipo de oración, posee una riqueza que no puede quitársele, un alimento celestial que colma el alma”.
Nuestra comunión con el Señor trasciende las palabras. No siempre es necesario hablar para tener una experiencia con Él. No siempre hay que hacer un esfuerzo por escuchar sus enseñanzas en nuestro tiempo de oración personal y devocional. Más bien, los cristianos debemos esforzarnos por estar vigilantes en todo momento, teniendo cuidado de que nada nos robe la atención de su presencia. Pero es nuestra mente el mayor obstáculo para lograrlo.

El ataque de la mente
¿Alguna vez ha intentado usted acallar sus pensamientos para concentrarse en Dios?. Dejemos de lado la idea de la oración sin cesar por un momento. Si evaluamos sinceramente el estado de nuestra mente cuando oramos, sabemos que somos bombardeados por toda clase de pensamientos, desde buenos hasta perversos. Con la boca, hablamos. Pero otro diálogo incesante actúa en nuestro interior, impidiendo que nos conectemos realmente con el Señor.
Lo que hoy consideramos como “la mente”, no es lo mismo a lo que se refiere la Biblia: “Para mayor confusión, tanto los autores de las Sagradas Escrituras como Jesús coinciden en que los pensamientos surgen del corazón. Como dijo Jesús: “Porque del corazón salen los malos pensamientos…” (Mat. 15, 19).
Cuando uno ve la palabra “mente” en la Biblia, la palabra griega que está detrás de ella es generalmente nous, que no equivale a nuestro concepto de “mente” hoy. La nous es básicamente un “diminuto receptor”, como un “radio pequeño” dado por Dios para percibir su presencia y escuchar su voz, pero que en su estado caído necesita ser reparado. La nous no percibe las cosas con claridad por el daño causado por el pecado. Lo cual implica deshacerse de las emociones y de los pensamientos que nos enturbian la mente. Necesitamos tener una visión profunda de la realidad si queremos encontrar a Dios y esa realidad se encuentra donde está Él.
Nuestros pensamientos no presentan con frecuencia un cuadro exacto del mundo, ni de nuestros seres queridos, prójimos o circunstancias. La mente necesita ser sanada, y sólo la presencia de Dios puede restaurar su correcto funcionamiento. Pero, ¿cómo podemos evitar distraernos y tener verdadera comunión con Él?.

Aprendamos a orar
No hay una fórmula para tener una vida de oración incesante. Pero hay un método irrefutable, de siglos de antigüedad, que nos ayuda a encontrar el camino, lentamente a través de la perseverancia, no importa lo que estemos haciendo o quién esté en derredor.
Durante siglos, los cristianos han susurrado fragmentos de las Escrituras y oraciones cortas durante el día para mantenerse en la presencia de Dios. Como dijo el escritor ruso Anthony Bloom: “Dios nunca está ausente….Nos quejamos de que Él no se nos hace presente en los pocos minutos que le reservamos, pero ¿qué de las veintitrés horas y media durante las cuales Dios puede estar llamando a nuestra puerta y le respondemos: ‘Lo siento, pero estoy ocupado’ o cuando no respondemos en absoluto porque no oímos el toque…?. Estamos mucho más ausentes de lo que Él jamás lo está”.
Tener siempre un estribillo o jaculatoria para invocarle durante el día nos ayuda a mantener la conexión con Cristo, y afina el corazón para oírlo tocar a su puerta.
Esto ayuda también a expulsar los pensamientos no deseados. Pero, ¿qué del versículo que usan los herejes pseudo evangélicos para combatir esta práctica y que dice: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos” (Mat. 6, 7)?. No toda repetición es “vana”, o “sin sentido”, como dice otra versión bíblica. Un versículo o una oración bien escogida no lo es. Repetirlos con devoción y atención a Dios produce un hábito de corazón que nos acerca más hacia lo sagrado, hacia el Salvador, y nos hace más semejantes a Él.

Elijamos una oración
La oración no puede ser únicamente una cuestión de palabras, como dijo San Juan Crisóstomo. Pero nuestras palabras ayudan a nuestros corazones a llegar donde necesitan estar. Estos son algunos de los pasajes más elegidos normalmente:

1.-El Padrenuestro. Memorice estas palabras “Padre nuestro, que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre. Venga tu Reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro substancial, dánoslo hoy; y perdónanos nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación. Mas líbranos del Maligno”.(*)
Ellas fueron la lección en cuanto a la oración que Jesús dio a sus discípulos, y que los cristianos han recitado desde entonces. Si le resulta difícil repetirla a lo largo del día, deje que ciertos hechos cotidianos le sirvan como recordatorios para hacer un alto y tener comunión con el Padre.
2.-La oración aprobada por Jesús. “¡Oh, Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”. En la parábola de Jesús sobre el fariseo y el publicano, el primer hombre da gracias a Dios por no ser tan pecador como las otras personas, mientras que el segundo reconoce sinceramente su pecado. Jesús afirmó: “Os digo que éste, y no aquel, volvió a su casa justificado ante Dios. Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Luc. 18, 9-14).
Notemos dos cosas en cuanto a esta oración. La palabra “compasión” evoca con frecuencia la idea de perdón. Pero aquí se refiere a la “piedad” de Dios, pidiéndole que derrame su amor sobre nosotros. Además, la palabra “pecador” no está allí para hacernos sentir mal. Más bien, es una declaración de humildad. Como nos recuerda Santiago 4, 6: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. Si la forma tradicional le parece demasiado extensa, trate de acortar la oración diciendo: “Señor Jesús, ten piedad de mí”, o simplemente “Señor, ten piedad”.
3.-Los Salmos. Orar de manera espontánea es una buena práctica, pero muchas personas encuentran que las oraciones escritas son útiles cuando no saben qué decir. Piense en la posibilidad de recurrir al “libro de oraciones de la Biblia”: los Salmos.

Mantengamos la perspectiva
No hay nada mágico en este método. La disciplina de la oración incesante se complementa con el tiempo que apartamos para leer y meditar en la vida de los santos padres de nuestra Iglesia, en las Sagradas Escrituras o en algún otro libro de edificación espiritual. Es una extensión de esa devoción, una manera de hacerlo mientras lavamos los platos, cortamos el césped, estamos en algún servicio litúrgico de nuestra Iglesia o hacemos nuestro trabajo. Pero tengamos cuidado de no caer en la vana repetición, ya que Dios quiere que sintamos verdaderamente lo que decimos.
Aprender a invocar al Señor de esta manera no nos apartará de nuestras responsabilidades diarias. Sólo nos ayudará a recordar que el Señor es el compañero constante que siempre ha sido.

lunes, 20 de junio de 2011

Somos miembros de la Iglesia Verdadera y Original

Las tradiciones de los hombres tienen puntos de partida diferentes al de Pentecostés en el año 33 y en lugares distintos a Jerusalén. La razón por la que estas tradiciones se desvían de las enseñanzas de Jesucristo puede ser fácilmente investigada en la historia. Son estas las tradiciones sobre las cuales el pueblo de Dios fue advertido: "Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo" (Colosenses 2,8).
Las tradiciones de nuestro Señor y Salvador Jesucristo y los Apóstoles tenían que ser preservadas, han sido y lo serán EN y POR Su Iglesia hasta que venga nuevamente. Esto fue lo que Él prometió: "Así que, hermanos, estad firmes y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por nuestra carta" (2 Tes. 2,15), "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que han de venir" (Juan 16,13).
Así que, hagamos un recordatorio sobre estos puntos de partida de estos otros hombres:
Si eres Luterano, Martín Lutero fundó tu denominación en el año 1517 en Wittenberg, Alemania.
Si perteneces a la iglesia de Inglaterra, conocida como Anglicana, el Rey Enrique VII fundó tu denominación en el año 1534 porque el Papa no le quería conceder el divorcio de su esposa Catalina de Aragón.
Si eres Presbiteriano, Juan Knox fundó tu denominación en el año 1560 en Escocia.
Si eres congregacional, Robert Browne dio origen a tu denominación en Holanda en 1582.
Si te identificas como Menonita, tu movimiento tomó el nombre por Meno Simons, quien fuera parte del ala conservadora Anabaptista, y que vivió en el siglo XVI en Friesland.
Si eres Bautista, le debes el nombre de tu denominación a John Smith, que la fundó en Amsterdam en 1605.
Si eres miembro de la Iglesia Reformada Holandesa, entonces reconoces a Michael Jones como su fundador, porque él la originó en Nueva York en 1628.
Los Amish, iniciados por Jacob Amman alrededor del 1693, son sólo uno de los muy diferentes cuerpos eclesiales dentro de la comunidad Menonita en los Estados Unidos.
Si eres Metodista, Juan y Carlos Wesley iniciaron tu denominación en Inglaterra en el año 1744.
Si eres Episcopal Protestante, tu denominación fue un desprendimiento de la iglesia Anglicana fundada por Samuel Seabury en las colonias americanas en el siglo XVIII.
Si eres de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, o comúnmente conocidos como mormones, José Smith Jr. comenzó tu religión en Palmira, Nueva York, en 1829.
Si eres Adventista del Séptimo Día, la Sra. Ellen Gould White inauguró tu grupo en los Estados Unidos en 1860.
Si te reúnes a adorar con el Ejército de Salvación, tu secta comenzó con William Booth en Londres en 1865.
Si eres un Cristiano Científico, en 1879 fue el nacimiento de tu religión en Nueva Inglaterra con la Sra. Mary Baker Eddy como fundadora.
Si eres Testigo de Jehová, Carlos Taze Russell, que vivía en Pensilvania, inventó tu religión en 1874 y la registró en 1881.
Si eres un adorador en la Iglesia de Cristo, el señor Félix Manolo instituyó tu secta en las Filipinas en 1914.
Si eres seguidor de la Iglesia de la Cienciología, su fundador fue el señor L. Ron Hubbard en Washington, DC, en 1952.
Si eres creyente en la Hermandad Cristiana de la Viña, los señores Ken Wilson y Keith Grin comenzaron tu denominación en 1974 en Santa Mónica, California.
Si eres miembro de la Capilla del Calvario, el fundador de tu congregación fue Chuck Smith en Costa Mesa, California en 1975.
Si perteneces a una de las organizaciones religiosas conocidas como Iglesia del Nazareno, Evangelio Pentecostal, Iglesia de la Santidad del Peregrino, tu denominación es una de las miles de nuevas sectas y religiones fundadas por los hombres en los últimos cientos de años.
Si eres católico romano, tú eres seguidor de las enseñanzas siempre cambiantes del Papado, desde que en el año 1054 el Papa de Roma rompió con los otros cuatro Patriarcados Apostólicos (Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén) al cambiar los Diez Mandamientos, el Credo original de la Iglesia y considerarse a sí mismo como un líder mundial infalible. Por lo tanto tu iglesia existe desde hace aproximadamente 1000 años.
SIN EMBARGO, si eres cristiano ortodoxo, Jesucristo, el Hijo de Dios, fundó tu religión el día de Pentecostés en el año 33 en Jerusalén y desde entonces no ha tenido cambio alguno. Nuestra Iglesia tiene ahora casi 2000 años de existencia y es por esta razón que la Ortodoxia, la Iglesia de los Apóstoles y los Padres, es considerada la verdaderamente "Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia". Esta es la herencia más grande que podemos trasmitirles a las jóvenes generaciones en este milenio.

sábado, 18 de junio de 2011

Unas palabras de bienvenida


Queridos hermanos en la fe, amigos y visitantes:
Sed bienvenidos todos a la página web de nuestra amada Iglesia Católica Ortodoxa del Espíritu Santo en la ciudad del Sol, Miami.
Es un placer enorme teneros por acá visitándonos y os deseo ricas y profusas bendiciones de parte de nuestro Dios en vuestra experiencia de fe con nosotros.
Vuestro en el servicio a Jesús y a su Santa y Magna Iglesia,

Su Excelencia Reverendísima CRISTÓDULOS
Obispo.