martes, 21 de junio de 2011

En medio de nuestras luchas diarias


Aférrese a Dios. No importa qué suceda, o qué tan desalentadora pueda ser su situación, nunca deje de asirse al Señor. Él es fiel y le ayudará con toda seguridad. Siga confiando en Él, a pesar de cómo luzcan sus circunstancias.
Escribo esto hoy porque todos hemos estado en valles de dificultades en un momento u otro en la vida. Cada uno de nosotros ha llorado por sus luchas y dificultades de las que pensamos que no íbamos a sobrevivir. Pasamos la noche en vela, preguntándonos: "Señor, ¿qué voy a hacer?". No estamos seguros de cómo vamos a enfrentar las decisiones y las consecuencias que vendrán después. El dolor y el vacío nos abruman.
Imagino que así fue como se sintió James Cash Penney cuando perdió 40 millones de dólares en la caída de la bolsa en 1929. Se enfermó gravemente por la tensión de sus circunstancias. Siete millones de dólares en deudas, y falsas acusaciones de evasión fiscal que le fueron hechas, lo agotaron emocional y físicamente. Penney escribió: "Estaba convencido de que nunca volvería a ver otro amanecer. Escribí cartas de despedida a mi familia, y luego esperé el final...era un fracasado a la edad de 56 años".
Aunque Penney sintió que no tenía futuro, Dios tenía otros planes. En el sanatorio donde estaba siendo tratado por su enfermedad, escuchó hablar sobre Jesús y decidió confiar en él. No solo sobrevivió, sino que también vivió más de noventa años y construyó un imperio financiero por medio de las tiendas JCPenney.
Tal vez usted esté experimentando terribles dificultades hoy, o vea problemas inquietantes en el horizonte. Quizás carezca de sentido de dirección o de un propósito real para su vida. Hasta es posible que se esté preguntando si debe renunciar a sus sueños y a sus metas, porque no da la talla y nunca merecerá las cosas buenas que desea.
En momentos así, pueda que se sienta tentado a buscar refugio en el dinero, las propiedades, la comida o las actividades. Tal vez se ha involucrado más intensamente en el ministerio tratando de ocultar su dolor, pero ha resultado más herido mientras eso sucede. Puede ser que, incluso, haya intentado aislarse del mundo, apartándose de todos. No lo haga. Estas cosas prometen consolar su alma herida, pero a la larga le causarán más dolor.
En vez de eso, aférrese al único que realmente puede ayudarle a tener la victoria sobre sus dificultades: Jesucristo. El santo apóstol Pedro escribió en su epístola: "...echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros..." (1 Ped. 5, 7). Pero, ¿cómo hacerlo?. A continuación le brindo algunos principios que le ayudarán en sus momentos de mayor dificultad.

  1. Siempre que sienta la tentación de pensar en sus circunstancias y surja en usted ese sentimiento de desesperación, entienda que es una indicación importante de que debe estar en oración. Las emociones que usted está experimentando son una señal de advertencia a su espíritu, revelándole la absoluta necesidad que tiene del Padre celestial. Él le está llamando, invitándole a tener una relación con Él. Vaya al Señor con un corazón abierto, y pídale que le enseñe.
  2. Conságrese a Dios y a todo lo que Él haya dispuesto para su futuro. ¿Sabía usted que uno de los más grandes depósitos de oro excavados en los Estados Unidos fue descubierto a solamente dos pulgadas por debajo del punto donde un minero anterior se había dado por vencido?. Hay muchas bendiciones maravillosas que usted perderá si tira ahora la toalla. No pierda, por su desánimo, las buenas cosas que el Padre tiene para usted. Dedíquese al Señor, y Él le fortalecerá para seguir adelante.
  3. Reclame las promesas de Dios de amarnos siempre y de nunca desampararnos. Muchas veces, cuando experimentamos pérdidas, rechazo, o fracasamos en algo importante, atribuimos nuestros sentimientos de dolor a nuestro sentido de valor. Comenzamos a creer que no merecemos aceptación ni nada bueno. Pero el Padre celestial promete amarnos incondicionalmente, y nuestra tarea es simplemente aceptar su amor infinito. "El Señor va delante de tí, él estará contigo, no te dejará ni te desamparará...no temas ni te intimides" (Deuteronomio 31, 8).
  4. Aférrese a Dios con todo su corazón, con toda su mente, con toda su alma y con todas sus fuerzas, no importa lo que pase, sabiendo que al final Él le dará lo que sea absolutamente mejor para usted. Comprender este principio le ayudará a salir adelante en los tiempos más difíciles de su vida, porque si usted acude al Señor en busca de su ayuda, Él confortará su alma herida y llenará su vacío con esperanza.

No importa lo que suceda en la vida, no se aparte de Jesús. Responda a sus sentimientos de desánimo con oración. Conságrese a confiar en el plan de Dios a pesar de las circunstancias. Reclame sus promesas fieles y aférrese a su amorosa presencia. Él puede ayudarlo, y lo hará, para que usted salga adelante. Por tanto, sujétese al Señor. Él conoce la senda que le conducirá a la victoria en su situación, y simplemente está esperando que usted confíe en que Él le guiará por el camino.
Dios responderá sus oraciones y alentará su corazón. Que el Señor continúe bendiciéndole por buscarle cada día.

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